Prudencia y deliberación política: Una reformulación aristotélica del Principio de Precaución
En-claves del pensamiento
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, División de Humanidades y Ciencias SocialesEl presente trabajo desarrolla una interpretación aristotélica del Principio de Precaución para mostrar que la evaluación y gestión de los riesgos científico-tecnológicos tendrían que quedar estrechamente vinculadas a procesos de deliberación política en la que participen comunidades no expertas. Esta recuperación del sentido político de la phrónesis y su traslación al campo de la regulación evita la tentación de buscar vías de resolución autoritarias o tecnocráticas a los problemas de riesgo ambiental. Además, permite dar respuesta a dos críticas lanzadas recurrentemente al Principio de Precaución: 1) la que advierte sobre la desconsideración de las consecuencias negativas derivadas de su aplicación, y 2) la que afirma que está basada en sesgos que distorsionan el juicio y provocan malas decisiones. Frente a estas objeciones, una concepción político-prudencial de la precaución mostrará que un proceso deliberativo incluyente es la mejor estrategia para detectar efectos indeseables y, por tanto, para mejorar nuestras decisiones.

			 

		 

		La comunidad internacional ha ido introduciendo progresivamente el Principio de Precaución en su
Con el fin de proteger el medioambiente, los Estados deberán aplicar ampliamente el criterio de precaución conforme a sus capacidades. Cuando haya peligro de daño grave o irreversible, la falta de certeza científica absoluta no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces en función de los costos para impedir la degradación ambiental.

			

				

				Jorge Riechmann, 'Introducción: un principio para reorientar las relaciones de la humanidad con la biosfera', en Jorge Riechmann y Joel Tickner,
La declaración establece que la falta de certidumbre científica no debería ser motivo para que dejen de tomarse medidas de prevención encaminadas a la salvaguarda del ambiente, aunque limita su aplicación a aquellas situaciones en las que existan amenazas graves e irreversibles. Por tanto, es una recomendación para contextos excepcionales en los que la magnitud y la persistencia del daño sean consideraras intolerables. En estos casos habrían de elegirse aquellos cursos de acción que evitaran la ocurrencia del peor escenario según un cálculo de costo-beneficio. Esta indicación, no obstante, ha sido complementada con otras ideas subsidiarias que amplían el alcance y abren las posibilidades de aplicabilidad del principio. En este sentido, la Declaración de Wingspread introduce un añadido sustancial con implicaciones importantes para la regulación.

			Por lo tanto, es necesario poner en práctica el principio de precaución: cuando una actividad se plantea como una amenaza para la salud humana o el medio ambiente, deben tomarse medidas precautorias aun cuando algunas relaciones de causa y efecto no se hayan establecido de manera científica en su totalidad. En este contexto, los proponentes de una actividad, y no el público, deben ser quienes asuman la carga de la prueba.

			

				

				Jorge Riechmann Joel Tickner, 'La declaración de Wingspread sobre el Principio de Precaución (enero de 1998)', en Riechmann y Tickner,
La formulación coincide con la de Río al hacer referencia a una situación de incertidumbre científica y una amenaza de daño, pero plantea una inversión de la carga de la prueba que obliga a quien quiera introducir algún sistema tecnológico a hacer una evaluación que dé cuenta de su seguridad. Ahora bien, éste no ha sido el único principio introducido como complemento al Principio de Precaución. Cosbey

			

				

				

					

				 Búsqueda de alternativas tecnologías con menores riesgos o efectos negativos. Dejar lugar para errores, o sea, establecer un margen de error para que las recomendaciones sean más seguras. Proporcionalidad de la respuesta para que el coste de las medidas propuestas sea proporcional a los beneficios esperados. Búsqueda de mayor certidumbre, en el sentido de que las medidas precautorias deben ir acompañadas de más investigación en aras de comprender mejor los efectos. Procesos abiertos en los que haya participación de los potenciales afectados.

					

			
Cada uno de estos principios subsidiarios permite concretar líneas de acción en la gestión del riesgo y responde a algunas de las objeciones que se han lanzado recurrentemente al principio general. Así, la búsqueda de alternativas tecnológicas constituye una réplica a quienes afirman que una decisión basada en los peores escenarios posibles no sólo sería irracional, sino que derivaría en una actitud paralizante y contraria al progreso. Según estos críticos, de haberse aceptado una posición precautoria con anterioridad, no disfrutaríamos hoy de las ventajas de fármacos, internet o teléfonos celulares puesto que, de todos ellos, siempre se predijo alguna una consecuencia catastrófica.

			

				

				John Graham, 'The Perils of the Precautionary Principle: Lessons from the American and European Experiencie',
En este sentido, aunque se optara por una moratoria con el objetivo de evitar un posible daño, se seguiría estudiando el fenómeno de tal forma que incluso podrían acabar revirtiéndose las medidas precautorias adoptadas si se encontrara evidencia que asegurara un nivel aceptable de inocuidad. La segunda línea de acción que promueve es buscar y desarrollar tecnologías que resulten al menos tan eficaces como las potencialmente dañinas, pero más seguras.

			

				

				Joel Tickner, 'Un mapa hacia la toma de decisions precautoria', en Riechmann y Tickner,
Ahora bien, el objetivo de este trabajo no es analizar la validez de cada uno de los principios subsidiarios frente a las críticas. Con estas referencias a la inversión de la carga de la prueba y la búsqueda de alternativas tan sólo se pretende resaltar, a modo de ejemplo, cómo sirven para robustecer el Principio de Precaución dotándolo de herramientas teóricas y prácticas que soslayan algunos de los obstáculos y objeciones con los que se ha encontrado. Asumiendo esto, a partir de ahora se pondrá el foco de atención en uno de estos principios subsidiarios: el de la participación. Este interés está motivado por las siguientes preguntas: 1) si el Principio de Precaución dicta que se regule una actividad en función de su nocividad, ¿por qué habría de escucharse la opinión de quienes no son expertos, más aún cuando ignoran los aspectos científicos involucrados en el problema o están influidos por sesgos que distorsionan su juicio y les hacen preferir cursos de acción perjudiciales? Y, 2) ¿seguir una política regulatoria basada en la precaución no implicaría detonar otros efectos nocivos derivados de su propia aplicación? Para contestar a estas preguntas, en el siguiente apartado se defenderá que la precaución no puede desvincularse de la prudencia cuando ésta es entendida, con Aristóteles, como participación democrática deliberativa. Posteriormente, se mostrará que esta interpretación aristotélica del Principio de Precaución soluciona ambos problemas, pues la deliberación política constituye un mecanismo apropiado para visibilizar cualquier tipo de consecuencias y evita distorsiones del juicio provocada por sesgos.

		La idea de que el Principio de Precaución deba estar conectado con la participación no resulta intuitiva. Si lo que se busca es regular una actividad cuando se sospeche de su nocividad, parece innecesario atender a la opinión del público antes de tomar medidas cautelares encaminadas a su propia salvaguarda. Al contrario, podrían resultar más eficaces medidas no democráticas que obligaran a cumplir con una legislación concordante con los dictados de la precaución. Esto último, de hecho, ha sido sostenido desde posturas autoritarias como la de Linkola, para quien la democracia constituye un sistema de gobierno suicida que se dirige hacia el colapso ambiental por darle el mayor peso decisorio a la voluntad de individuos egoístas;

			

				

				

					
El desafío que imponen estas perspectivas a los defensores de un enfoque precautorio asociado a la participación se hace mayor al tener en cuenta algunas experiencias de éxito obtenidas desde formas de gobierno democráticamente deficientes. La República Dominicana, por ejemplo, debe gran parte del éxito de la conservación de sus bosques a las medidas impuestas por Belaguer, quien aplicó durante todos sus mandatos políticas que prohibían la tala de árboles.

			

				

				Jared Diamond,
Otra objeción a la participación vendría motivada por la posibilidad de que una decisión sustentada mediante procedimientos democráticos promoviera cursos de acción contrarios a la actitud de cautela que impone el Principio Precautorio. Esta posible incompatibilidad entre democracia y precaución encontraría fundamento en el famoso experimento llevado a cabo por Stoner, que mostraba que las decisiones originadas tras un proceso de deliberación tienden a ser más arriesgadas que las que se toman de manera individual.

			

				

				

					
Moscovici, a partir de resultados arrojados por otros experimentos que él mismo dirigió en la década de los setenta, concluyó que el cambio de opinión, fuera cual fuera el lado hacia el que terminara inclinándose, era dependiente del intercambio de opiniones que se diera entre todos los componentes del grupo.

			

				

				

					
Una vía que permite asegurar el vínculo entre precaución y deliberación es la que proporciona una interpretación de la noción de precaución a la luz de las ideas de Aristóteles sobre la
La prudencia, entonces, es una virtud apropiada para desenvolverse en ámbitos gobernados por lo contingente donde se podrían dar las cosas de una manera diferente a la que se espera y que requiere de una actitud crítica y reflexiva que atienda a las circunstancias en que se encuentra anclada la vida humana con el fin de encaminar la acción hacia el bien. No es de extrañar, por tanto, que Alfredo Marcos haya visto en ella la virtud más adecuada para la ciencia y la tecnología contemporáneas, caracterizadas por la incertidumbre y el riesgo.

			

				

				

					
Ahora bien, a pesar del acierto de Marcos al utilizar la noción aristotélica para dar solución moral a los problemas a los que se enfrenta la ciencia y la tecnología, deja sin cubrir la dimensión política que puede extraerse de la propia obra aristotélica. Esto impide ver el potencial que tiene la prudencia cuando se entiende, ya no como deliberación interna, sino como conversación pública. Aristóteles mismo fue quien dejó constancia de la naturaleza política de la prudencia, o mejor dicho, del carácter prudencial de un gobierno democrático. Y es que 'la política y la prudencia tienen el mismo modo de ser',

			

				

				

					
Esta interpretación deliberativo-democrática de la prudencia se opone a la corriente que ve en Aristóteles un defensor de un régimen político aristocrático.

			

				

				

					
Pensaba Aristóteles que sintetizando arreglos democráticos y oligárquicos, se obtenía una mejor constitución que con un régimen puro. Diversas combinaciones entre sorteo, elección y adecuada formación permitían este tipo de síntesis. […] Se puede, por ejemplo, decidir que las magistraturas deban ser electivas […], pero que cualquiera, independientemente de si está bien cualificado para ello, pueda presentar o votar en las elecciones o ambas cosas.

			

				

				

					
Este trabajo no pretende hacer un análisis exegético que permita tomar posición al respecto de la opinión de Aristóteles sobre la mejor forma de gobierno. Sin embargo, se asumirá la interpretación del gobierno mixto pues proporciona lo que a nuestro juicio es el mejor modelo político de gestión del riesgo tecnológico, el deliberativo, en tanto que incluye un aspecto democrático (la voz de los legos) y otro aristocrático (la opinión de los expertos). Esta interpretación, además, queda avalada con dos argumentos a favor de la superioridad de una forma de gobierno deliberativo en tanto que genera decisiones más acertadas y prudentes. El primero de estos argumentos está basado en la capacidad que tiene el diálogo para evitar la precipitación. Según Aristóteles, un individuo dominado por sus emociones tomará decisiones precipitadas, sin embargo, un grupo cuyos integrantes deliberen entre sí será menos propenso a dejarse arrastrar por ellas.

			

				

				

					
Ni repruebo el parecer de los que quisieron poner otra vez en consulta este hecho de los mitilenios, ni apruebo el de los que vedan consultar muchas veces las cosas de gran importancia, antes me parece que hay dos cosas muy contrarias a la bondad en la consulta y acuerdo, la presteza y la ira, porque la una hace que las cosas se hagan sin prudencia, y la otra necia y locamente.

			

				

				

					
El segundo de los argumentos que vincula prudencia y deliberación política hace referencia a la necesidad de contar con la opinión de los no expertos cuando se trata de tomar decisiones sobre asuntos tecnológicos que pueden afectarnos a todos. Sobre este asunto, Broncano también ha defendido una perspectiva deliberativa en clave aristotélica para gestionar democráticamente las decisiones sobre tecnología. Esto porque si el diseño tecnológico involucra discusiones en las que se expresan diferentes valores e intereses, es necesario, para resolver el conflicto, que se tomen en cuenta las perspectivas de quienes no son expertos en la materia.

			Los valores actúan como funciones de elección de alternativas, como elementos de decisión, pero también actúan como filtros informativos y como elementos motivadores en la búsqueda de soluciones: diferentes valores permiten 'ver' aspectos que a otras perspectivas le quedan ocultas. De ahí que los conflictos sean de raíz, porque no se discute solamente el valor de los datos sino también su relevancia. Son los datos que faltan lo que se pone en la mesa de las discusiones. Si el empresario pregunta cuánto cuesta el nuevo componente que le propone el ingeniero, éste puede contestar que no le importa, pero la necesidad del dato ya es irrevocable; si el consumidor o el ciudadano pregunta por una estadística de riesgos o por los límites de error de la propia estadística, la necesidad de respuestas se hace urgente para que el diseño pueda llegar a buen fin.

			

				

				

					
El argumento de Broncano enfatiza la importancia que tiene la expresión de valores de los diferentes agentes que participan en la conversación para tomar una decisión adecuada. Esta tesis, además, debería complementarse con la idea, también aristotélica, de que no sólo es necesario atender los valores de la ciudadanía en tanto que con ellos se expresan exigencias, reclamos, dudas, inquietudes o preocupaciones legítimas, sino también considerar el conocimiento de quienes no son expertos. Sobre este asunto, el estagirita coincide con Platón en que para tomar buenas decisiones hay que contar con el que más sabe del tema, pues su conocimiento especializado le permite dirigir sus elecciones con rectitud. Sin embargo, esto no le impide afirmar, distanciándose de su maestro, que las opiniones de ciudadanos sin conocimientos acreditados deben quedar incluidas para mejorar la calidad de la deliberación y las decisiones resultantes.

			Elegir rectamente, en efecto, es función de los expertos, como de los que saben agrimensura la elección de un agrimensor, y de los que saben pilotar, la de un piloto; pues aunque algunos particulares participen de esta capacidad de juicio en ciertas obras y oficios, nunca más que los expertos. De acuerdo pues con este razonamiento, no debería darse a la masa ni el poder de elegir a los magistrados ni el de tomarles cuentas. Mas quizá no todo sea correcto en esta argumentación, tanto por lo que dijimos antes sobre las cualidades que concurren en todo pueblo que no esté del todo envilecido (caso en el cual cada uno individualmente será peor juez que los expertos, pero todos reunidos serán o mejores o por lo menos no peores), como porque además hay artes en las cuales no es el artífice ni el único ni por ventura el mejor juez, y cuyos productos pueden apreciar aun quienes no poseen el arte en cuestión. De una casa, por ejemplo, no entiende sólo el que la hizo, sino que puede también apreciarla, y aun mejor, el que la usa (y quien la usa es el jefe de la casa), y también el piloto es mejor juez del timón que el carpintero, y de un banquete el invitado antes que el cocinero.

			

				

				

					
La similitud de este texto con lo expuesto en la
Por esa razón, también algunos sin saber, pero con experiencia en otras cosas, son más prácticos que otros que saben; así, no quien sabe que las carnes ligeras son digestivas y sanas, pero no sabe cuáles son ligeras, producirá la salud, sino, más bien, el que sepa qué carnes de ave son ligeras y sanas. La prudencia es práctica, de modo que se deben poseer ambos conocimientos o preferentemente el de las cosas particulares.

			

				

				

					
No es necesario interpretar estos textos asumiendo que para Aristóteles la opinión de los legos hubiera de prevalecer sobre la de los expertos. Sin embargo, resulta razonable leerlos como una invitación a tomar en cuenta sus experiencias y conocimientos a la hora de diseñar o decidir sobre algún curso de acción o artefacto que vayan a utilizar o que pudieran afectarlos. Esto porque la comunidad de no expertos, aunque no posean el conocimiento especializado, han adquirido, a través de sus propias prácticas y vivencias, un conocimiento de tipo experiencial que debería ser tenido en cuenta en la conversación sobre los efectos y posibles usos de una tecnología. En este sentido, la prudencia política necesita de un acercamiento entre el conocimiento técnico especializado y el saber experiencial.

			Trasladando estas ideas al tema de la gestión del riesgo, habría que afirmarse que el mejor modelo para llegar a resoluciones sensatas sería, por tanto, aquél que estuviera basado en un diálogo entre la comunidad científica y aquellos que pueden ser afectados por las decisiones. Con ello se lograría una importante ventaja respecto a propuestas no democráticas, pues con el diálogo y la escucha de perspectivas diferentes cada uno se beneficiaría de la información aportada por el resto y mejorarían las bases sobre las que se fundamentan las decisiones finales. El Principio de Precaución, en definitiva, encuentra en la noción de prudencia, entendida como deliberación política, la bisagra que lo conecta ineludiblemente con el principio subsidiario de la participación y que lo aparta de cualquier interpretación autoritaria. El siguiente apartado mostrará, además, cómo la inclusión de voces permite hacer frente a dos objeciones lanzadas recurrentemente a las regulaciones precautorias: la que lo acusa de ser una estrategia que invisibiliza las consecuencias de su aplicación y la que lo ve como un mecanismo influido por sesgos que deriva en malas decisiones.

		Las críticas al Principio de Precaución insisten en que sus defensores ponen el foco de atención en algunos posibles daños de la implementación de una tecnología pero desconsiderando, o bien los beneficios que también aporta, o bien los costos que supondría su prohibición.

			

				

				

					
 

			 

			Popularizaciones como ésta han encontrado eco en sectores neorreaccionarios y ultraconservadores críticos con el movimiento ambientalista.

			

				

				

					
Por otra parte, quienes primero sufren algunos efectos adversos pueden proporcionar información valiosa y aportar perspectivas más relevantes que deberían ser atendidas para la comprensión del fenómeno. Michel Callon ha llamado la atención sobre esta necesidad y ha defendido una forma de democratización científica para gestionar contextos de riesgo que incorporan voces de la ciudadanía no experta. En este sentido, su propuesta es afín al planteamiento político-prudencial que se ha presentado en el apartado anterior. Uno de los ejemplos de los que se sirve Callon para demostrar la importancia que tienen las experiencias de los legos en la gestión de situaciones de riesgo es el de la asociación de padres de Woburn, Massachussetts.

			

				

				

					
Ejemplos como éste ponen de manifiesto que los legos pueden involucrarse en la investigación detectando problemas relevantes y recopilando datos. Por eso, debería reconocerse la riqueza y relevancia del conocimiento de los legos y de los grupos directa o indirectamente afectados por las consecuencias no previstas con la puesta en marcha de algún sistema técnico. Si una comunidad detecta un patrón inusual en la propagación de una enfermedad, si un grupo con ciertas características expresa efectos adversos ante un tratamiento o si los trabajadores de una fábrica perciben alguna situación irregular en los centros de trabajo (olores, escapes, fallas en los componentes del sistema, etc.), la investigación sobre posibles riesgos tendría que ser sensible a sus experiencias.

			

				

				

					
Una deliberación política que deje expresarse a todas las experiencias de dolor y perjuicio real quedaría protegida ante quienes afirman que la actitud precautoria sólo busca la evitación de algunos daños. En definitiva, el compromiso del Principio de Precaución con la participación de los potencialmente afectados no ocultaría las consecuencias negativas de su aplicación, pues sería necesariamente sensible, tanto a las que trata de evitar como a las que pueda provocar.

			La otra crítica recurrente al Principio de precaución afirma que está basado en diferentes heurísticas o atajos mentales que deterioran la evaluación y la gestión del riesgo. Para Sunstein, son cinco las heurísticas involucradas en la evaluación pública del riesgo:

			

				 *la heurística de la disponibilidad, que hace que parezca particularmente probable que algunos riesgos se concreten, sean en realidad probables o no; *el descuido de la probabilidad, que lleva a las personas a concentrarse en el peor de los casos, aunque sea altamente improbable; *la aversión a la pérdida, que hace que a las personas no les gusten las pérdidas del status quo; *la creencia en la benevolencia de la naturaleza, que hace que las decisiones y los procesos humanos parezcan especialmente sospechosos; *el descuido del sistema, entendido como una incapacidad de ver que los riesgos son parte de los sistemas y que las intervenciones en esos sistemas pueden crear otros riesgos.

			

				

				Sunstein,

					

			
Cada uno de estos sesgos constituye un atajo mental que no se detiene a considerar la probabilidad de ocurrencia de los diferentes eventos y que deriva en decisiones perjudiciales. El descuido del sistema hace referencia a lo ya explicado sobre la desconsideración de todo el conjunto de riesgos y beneficios que acarrearía, tanto la regulación como la implementación de un sistema tecnológico determinado. La creencia en la benevolencia de la naturaleza se manifiesta en aquellas actitudes recelosas de la tecnología que sobreestiman la inocuidad de los procesos naturales. La aversión a la pérdida se expresa cada vez que una decisión se inclina hacia el curso de acción en el que ya se está instalado por miedo a escenarios negativos futuros en detrimento de otras opciones que podrían resultar más beneficiosas. Los dos últimos sesgos que, según Sunstein, influyen en las decisiones regulatorias basadas en el Principio de Precaución son el descuido de la probabilidad y la heurística de la disponibilidad, ambos relacionados. La disponibilidad se manifiesta cuando, o bien se sobreestima la probabilidad de que ocurra un acontecimiento del que se tiene un recuerdo vívido, o bien se subestima un evento que no está publicitado y que no se encuentra disponible en nuestra memoria. La atención puesta en el recuerdo de un acontecimiento negativo ya ocurrido o en la imaginación de un escenario futuro devastador hace que olvidemos, ignoremos o neguemos la baja probabilidad de que vuelva a ocurrir o de que vaya a acontecer.

			Un caso paradigmático de disponibilidad se ha dado en el contexto de la comunicación sobre el Covid-19. La propagación de noticias sobre casos de trombosis con la aplicación de la vacuna Astra-Zeneca hizo que se pusiera en marcha el mecanismo de la heurística de la disponibilidad, pues los casos de efectos adversos publicitados cobraron más importancia que un cálculo que hubiera servido, tanto para poner en pantalla su baja probabilidad de ocurrencia, como para mostrar el beneficio, en términos generales, del uso de la vacuna. Situaciones de este tipo hacen concluir a Sunstein que las decisiones motivadas por estos sesgos no sólo resultan irracionales, sino que generan acciones colectivas perjudiciales para quienes se dejan arrastrar por ellas. Al estar apuntalados por estas heurísticas, el Principio de Precaución no haría más que trasladar al ámbito de la regulación unas expresiones de irracionalidad colectiva. Para evitar estos problemas de gestión, Sunstein traza una línea divisoria entre una comunidad experta, garante de la racionalidad y que basaría sus decisiones en un cálculo probabilístico de costo-beneficio, y el resto de la sociedad, con tendencia a ser influida por sesgos que merman la calidad de sus opiniones. Las decisiones razonables serían aquellas que no estuvieran basadas en los sesgos, atajos, olvidos y precipitaciones de quienes, ignorando la probabilidad, se dejan arrastrar por sus emociones, sino en la de la comunidad experta que interpreta la situación en función de la evidencia estadística.

			Ahora bien, como quedó demostrado al tratar la primera objeción, existen comunidades no científicas con conocimientos relevantes para evaluar y gestionar riesgos. Obviarlas o excluirlas de la toma de decisiones tendría, como se mostró más arriba, consecuencias indeseables en lo que respecta a la visibilización de los daños y, por tanto, para llevar a cabo un cálculo probabilístico que atendiera a todos los eventos. Además, la comunidad de expertos no está exenta de riesgos. El sesgo de afiliación, por ejemplo, se manifiesta en una tendencia que hace que se lleguen a conclusiones sobre inocuidad y seguridad que favorecen a los intereses de las industrias que financian esas investigaciones.

			

				

				

					
El propio Sunstein defiende un modelo deliberativo que permita generar decisiones no influidas por sesgos. Sin embargo, su concepción de la deliberación es eminentemente tecnocrática, pues lo que debería predominar es la voz de los expertos. Disminuir las voces de una población sesgada que se deja llevar por miedos infundados y que no otorga peso a las razones ni a la evidencia es su propuesta para hacer frente a los problemas de riesgo. El Principio de Precaución, por tanto, más que apelar a la participación de una ciudadanía ciega a la mejor información disponible, debería ser sustituido por una democracia que escuche a quienes mejor conocen los aspectos de cada uno de los problemas a tratar. La deliberación, tal como la entiende Sunstein, sería entonces concebida como un mecanismo reductor de sesgos que funciona siempre y cuando se tenga a la opinión de la comunidad experta como guía de la acción política.

			Una democracia deliberativa no responde simplemente a los temores de la gente, estén o no esos temores bien fundados. Quienes participan de la democracia deliberativa están, por cierto, atentos al hecho de que la gente puede atemorizarse frente a riesgos que son en realidad bastante pequeños y mostrarse indiferente a otros que son extremadamente serios. En estas circunstancias, un análisis cuantitativo de los riesgos, en la medida en que sea posible, resulta indispensable para una democracia genuinamente deliberativa.

			

				

				

					
Sin embargo, la deliberación pierde así su componente democrático. Es cierto que una participación pública reducida a la aceptación de la palabra del experto evitaría algunos problemas que enfrentan las sociedades contemporáneas en relación al desarrollo de la ciencia y la tecnología y la gestión de sus posibles consecuencias indeseables. Fenómenos como el negacionismo, las actitudes conspiranoicas o situaciones de polarización social

			

				

				Cass Sunstein,
Este trabajo ha mostrado que sólo pueden entenderse como precautorias aquellas decisiones emanadas de la participación y el diálogo. Esto implica que toda medida autoritaria, por más que pueda tener intereses conservacionistas, estará necesariamente desvinculada de la precaución. Por tanto, los defensores del Principio de Precaución que introducen el elemento subsidiario de participación aciertan en señalar la necesaria inclusión de comunidades afectadas por una tecnología en un proceso de deliberación sobre la evaluación y gestión de los riesgos. La integración al diálogo de quienes pueden sufrir las consecuencias negativas del sistema tecnológico añadiría perspectivas valiosas para la comprensión del problema. Sin embargo, esto no implica desestimar la importancia fundamental de la voz de los expertos. Tomar en serio su opinión, basada en el mejor conocimiento disponible, reduce sesgos. Con la participación de ambas comunidades, la experta y la lega, se asegura un cálculo de costo-beneficio que daría cuenta de parcelas de la realidad que a veces resultan ignoradas.

			En definitiva, los argumentos políticos y morales de Aristóteles nos han permitido concluir que una acción sólo será prudente si está sustentada por una deliberación que integre las aportaciones del conocimiento especializado y las experiencias y preocupaciones de la ciudadanía. Cualquier perspectiva que defienda un antagonismo entre deliberación y prudencia sólo puede sostenerse por un olvido del sentido de ambos términos:

			Saber nos alejaría de actuar, dispensándonos de escoger; pero el hombre no acabará nunca de conocer un mundo cambiante e imprevisible, y por ello siempre tendrá que deliberar y escoger. La prudencia será la virtud de los hombres obligados a deliberar en un mundo oscuro y difícil, cuya incompleción es una invitación a lo que se puede denominar su libertad.

			

				

				Aubenque,
Aristóteles. . Versión de Antonio Gómez Robledo. Ciudad de México: UNAM, 2000.
Aristóteles. . Versión de Julio Pallí Bonet. Madrid: Gredos, 1998.
Aristóteles. . Versión de Guillermo R. de Chandía. Madrid: Gredos , 1995.
Aubenque, Pierre. . Barcelona: Crítica, 1999.
Bates, Clifford Angell. . Louisiana State University Press, 2003.
Bluhm, William, T. “The Place of the Polity in Aristotle Theory of the Ideal State”. , 24, núm. 4 (1962): 743-753.
Broncano, Fernando. . México: Paidós, 2000.
Brown, Phil. “Popular Epidemiology: Community Response to Toxic Waste-Induced Disease in Woburn, Massachusetts”. , 12, núm. 3/4 (1987): 78-85.
Callon, Michel, Pierre Lascoumes y Yannick Barthe. . Cambridge: MIT Pess, 2001.
Castoriadis, Cornelius. “La democracia como procedimiento y como regimen”. , 83 (2001): 609.
Cirillo, Piera, Michele A. La Merrill, Nickilou Y. Krigbaum y Barbara A. Cohn. “Grandmaternal Perinatal Serum DDT in Relation to Granddaughter Early Menarche and Adult Obesity: Three Generations in the Child Health and Development Studies Cohort”. , 30, núm. 8 (2021): 1480-1488.
Comunidad Europea. “Protocolo de Cartagena sobre seguridad de la biotecnología del convenio sobre la diversidad biológica”. núm. L 201 de 31/07/2002, 50-65.
Cosbey, Aaron. . Winnipeg: ISSD, 2000.
Crichton, Michael. . Madrid: Plaza y Janés, 2005.
Funtowizc, Silvio, y Jerome Ravetz. . Barcelona: Icaria, 2000.
Haberman, Clyde. “Rachel Carson, DDT and the Fight Against Malaria”. , 22 de junio de 2017.
Harremoes, Paul, David Gee, Malcolm MacGarvin, Andy Stirling, Jane Keys, Brian Wynne y Sofia Guedes (eds.). . London: Earthscan, 2002.
Irwin, Alan. : . London: Routledge, 1995.
Johnson, Curtis. . New York: St. Martin Press, 1990.
Lem, Stanislaw. . Madrid: Alianza, 2015.
Linkola, Pentti. Wewelsburg: Wewelsburg Archives, 2009.
Luhmann, Niklas. . Trads. Silvia Pappe, Brunhilde Erker y Luis Felipe Segura. México: Universidad Iberoamericana, 2006.
Manin, Bernard. . Madrid: Alianza , 1998.
Marcos, Alfredo. . México: Fondo de Cultura Económica, 2010.
Moscovici, Sergei, Willem Doise y Renaud Dulong. “Studies in Group Decision: II. Differences of Positions, Differences of Opinion and Group Polarization”. , 2, núm, 4: 385-399.
Murphy, Priscilla. “Affiliation Bias and Expert Disagreement in Framing the Nicotine Addiction Debate”. , 26 (2001): 278-299.
Neil, Nancy, Torbjörn Malmfors y Paul Slovic. “Intuitive toxicology: Experts and Lay Judgments of Chemicals Risks”. , 22, núm. 2 (1994): 198-201.
O’Riordan, Timothy, y James Cameron (eds.). . London: Earthscan Publications, 1994.
Puche, Paco. “El amianto: de la acumulación primitiva al capitalismo verde”. (17 dic. 2011-feb. 2012).
Shearman, David, y Joseph Wayne Smith. . London: Praeger, 2007.
Stoner, James. . Tesis de maestría, Massachusetts Institute of Technology, 1961.
Strauss, Leo. . Chicago: Chicago University Press, 1978.
Sunstein, Cass. . Buenos Aires: Katz, 2009.
Sunstein, Cass. . Buenos Aires: Katz , 2006.
Tucídides. . Versión de Diego Gracián. Barcelona: Orbis, 1986.

					O’Riordan, Timothy, y James Cameron (eds.). . London: Earthscan Publications, 1994. Timothy O'Riordan y James Cameron (eds.),

					Comunidad Europea. “Protocolo de Cartagena sobre seguridad de la biotecnología del convenio sobre la diversidad biológica”. núm. L 201 de 31/07/2002, 50-65. Comunidad Europea, 'Protocolo de Cartagena sobre seguridad de la biotecnología del convenio sobre la diversidad biológica',
Jorge Riechmann, 'Introducción: un principio para reorientar las relaciones de la humanidad con la biosfera', en Jorge Riechmann y Joel Tickner,
Jorge Riechmann Joel Tickner, 'La declaración de Wingspread sobre el Principio de Precaución (enero de 1998)', en Riechmann y Tickner,

					Cosbey, Aaron. . Winnipeg: ISSD, 2000. Aaron Cosbey,
John Graham, 'The Perils of the Precautionary Principle: Lessons from the American and European Experiencie',
Joel Tickner, 'Un mapa hacia la toma de decisions precautoria', en Riechmann y Tickner,

					Linkola, Pentti. Wewelsburg: Wewelsburg Archives, 2009. Pentti Linkola,

					Shearman, David, y Joseph Wayne Smith. . London: Praeger, 2007. David Shearman y Joseph Wayne Smith,
Jared Diamond,

					Stoner, James. . Tesis de maestría, Massachusetts Institute of Technology, 1961. James Stoner,
James Stoner, 'Risky and cautious shifts in group decisions: the influence of widely held values'

					Moscovici, Sergei, Willem Doise y Renaud Dulong. “Studies in Group Decision: II. Differences of Positions, Differences of Opinion and Group Polarization”. , 2, núm, 4: 385-399.Sergei Moscovici, Willem Doise y Renaud Dulong, 'Studies in Group Decision: II. Differences of Positions, Differences of Opinion and Group Polarization',

					Aristóteles. . Versión de Julio Pallí Bonet. Madrid: Gredos, 1998. Aristóteles,

					Marcos, Alfredo. . México: Fondo de Cultura Económica, 2010. Alfredo Marcos,

					Funtowizc, Silvio, y Jerome Ravetz. . Barcelona: Icaria, 2000. Silvio Funtowizc y Jerome Ravetz,

					Aristóteles. . Versión de Guillermo R. de Chandía. Madrid: Gredos , 1995. Aristóteles,

					Luhmann, Niklas. . Trads. Silvia Pappe, Brunhilde Erker y Luis Felipe Segura. México: Universidad Iberoamericana, 2006. Niklas Luhmann,

					Aristóteles. . Versión de Julio Pallí Bonet. Madrid: Gredos, 1998. Aristóteles,

					Aubenque, Pierre. . Barcelona: Crítica, 1999. Pierre Aubenque,

					Castoriadis, Cornelius. “La democracia como procedimiento y como regimen”. , 83 (2001): 609.Cornelius Castoriadis, 'La democracia como procedimiento y como regimen',

					Bates, Clifford Angell. . Louisiana State University Press, 2003. Clifford Angell Bates,

					Aristóteles. . Versión de Antonio Gómez Robledo. Ciudad de México: UNAM, 2000. Aristóteles,

					Bluhm, William, T. “The Place of the Polity in Aristotle Theory of the Ideal State”. , 24, núm. 4 (1962): 743-753.William T. Bluhm, 'The Place of the Polity in Aristotle Theory of the Ideal State',

					Manin, Bernard. . Madrid: Alianza , 1998. Bernard Manin,

					Aristóteles. . Versión de Antonio Gómez Robledo. Ciudad de México: UNAM, 2000. Aristóteles,

					Tucídides. . Versión de Diego Gracián. Barcelona: Orbis, 1986.Tucidides,

					Broncano, Fernando. . México: Paidós, 2000.Fernando Broncano,

					Aristóteles. . Versión de Antonio Gómez Robledo. Ciudad de México: UNAM, 2000. Aristóteles,

					Aristóteles. . Versión de Julio Pallí Bonet. Madrid: Gredos, 1998. Aristóteles,

					Sunstein, Cass. . Buenos Aires: Katz, 2009. Cass Sunstein,

					Crichton, Michael. . Madrid: Plaza y Janés, 2005. Michael Crichton,

					Haberman, Clyde. “Rachel Carson, DDT and the Fight Against Malaria”. , 22 de junio de 2017.Clyde Haberman, 'Rachel Carson, DDT and the Fight Against Malaria',

					Cirillo, Piera, Michele A. La Merrill, Nickilou Y. Krigbaum y Barbara A. Cohn. “Grandmaternal Perinatal Serum DDT in Relation to Granddaughter Early Menarche and Adult Obesity: Three Generations in the Child Health and Development Studies Cohort”. , 30, núm. 8 (2021): 1480-1488.Piera Cirillo, Michele A. La Merrill, Nickilou Y. Krigbaum y Barbara A. Cohn, 'Grandmaternal Perinatal Serum DDT in Relation to Granddaughter Early Menarche and Adult Obesity: Three Generations in the Child Health and Development Studies Cohort',

					Harremoes, Paul, David Gee, Malcolm MacGarvin, Andy Stirling, Jane Keys, Brian Wynne y Sofia Guedes (eds.). . London: Earthscan, 2002. Paul Harremoes, David Gee, Malcolm MacGarvin, Andy Stirling, Jane Keys, Brian Wynne y Sofia Guedes (eds.),

					Puche, Paco. “El amianto: de la acumulación primitiva al capitalismo verde”. (17 dic. 2011-feb. 2012).Paco Puche, 'El amianto: de la acumulación primitiva al capitalismo verde',

					Callon, Michel, Pierre Lascoumes y Yannick Barthe. . Cambridge: MIT Pess, 2001. Michel Callon, Pierre Lascoumes y Yannick Barthe,
Sobre epidemiología popular véase: Brown, Phil. “Popular Epidemiology: Community Response to Toxic Waste-Induced Disease in Woburn, Massachusetts”. , 12, núm. 3/4 (1987): 78-85. Phil Brown, 'Popular Epidemiology: Community Response to Toxic Waste-Induced Disease in Woburn, Massachusetts',

					Neil, Nancy, Torbjörn Malmfors y Paul Slovic. “Intuitive toxicology: Experts and Lay Judgments of Chemicals Risks”. , 22, núm. 2 (1994): 198-201.Nancy Neil, Malmfors Torbjörn y Paul Slovic, 'Intuitive Toxicology: Experts and Lay Judgments of Chemicals Risks',
Callon, Lauscomes y Barthe,

					Irwin, Alan. : . London: Routledge, 1995.Alan Irwin,
Sunstein,

					Murphy, Priscilla. “Affiliation Bias and Expert Disagreement in Framing the Nicotine Addiction Debate”. , 26 (2001): 278-299.Priscilla Murphy, 'Affiliation Bias and Expert Disagreement in Framing the Nicotine Addiction Debate',
David Kriebel, Joel Tickner, Paul Epstein, John Lemons, Richard Levins, Edward Loecheler, Margaret Quinn, Ruthann Rudel, Ted Schettler y Michael Stoto, 'El principio de precaución en las ciencias ambientales', en Riechman,

					Sunstein, Cass. . Buenos Aires: Katz , 2006. Cass Sunstein,
Cass Sunstein,
Aubenque,